
El número de divorcios en España sigue en aumento, consolidando una tendencia que refleja los cambios sociales, económicos y culturales de nuestro país. Lejos de ser un fenómeno aislado, se trata de una realidad que afecta a miles de familias cada año y que obliga a replantear la manera en que entendemos la institución del matrimonio y la vida en pareja. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 se tramitaron más de 86.000 divorcios, junto con alrededor de 3.500 separaciones y 120 nulidades matrimoniales.
Los divorcios en España comenzaron a aumentar de forma significativa desde la aprobación de la Ley del Divorcio en 1981, aunque la gran transformación llegó con la reforma legal de 2005, que introdujo el llamado "divorcio exprés". Desde entonces, los trámites se simplificaron, el tiempo de espera se redujo y los procedimientos dejaron de estar tan vinculados a largos procesos judiciales. Esta reforma marcó un antes y un después en la evolución de las rupturas matrimoniales.
En la última década, aunque los datos han tenido altibajos, la tendencia es clara: cada vez más personas ven el divorcio como una salida natural cuando la convivencia se vuelve insostenible. La pandemia de la COVID-19 fue un factor determinante: durante el confinamiento muchas parejas experimentaron tensiones que desembocaron en rupturas posteriores. El Consejo General del Poder Judicial señaló que en 2021 los divorcios aumentaron un 13,2% respecto al año anterior, confirmando este efecto acumulado.
No existe una sola causa que explique el crecimiento de divorcios en España. Es más bien la suma de varios factores:
Según el INE, la franja de edad con mayor número de divorcios es la de 40 a 49 años. La duración media de los matrimonios disueltos se sitúa en torno a los 16 años. Sin embargo, hay un crecimiento significativo en rupturas de parejas jóvenes, con matrimonios de menos de 5 años de duración.
La mayoría de divorcios (alrededor del 80%) se producen de mutuo acuerdo. El resto son contenciosos, es decir, aquellos en los que las partes no logran consenso y debe intervenir un juez.
Las cifras varían notablemente entre regiones:
En los matrimonios con hijos menores, la custodia compartida sigue ganando terreno. En 2022 representaba el 45% de los casos, frente al 17% de hace apenas una década. Aun así, la custodia exclusiva para la madre sigue siendo mayoritaria en torno al 52%. Los casos en los que el padre obtiene la custodia exclusiva o se acuerdan otras fórmulas representan porcentajes mucho menores.
Este cambio refleja una mayor implicación de ambos progenitores en la crianza y un reconocimiento social y judicial del derecho de los hijos a mantener un vínculo equilibrado con ambos padres.
El divorcio no es solo un proceso emocional, también tiene importantes repercusiones económicas. Entre ellas destacan:
El divorcio implica una reestructuración profunda de la vida familiar. Sus efectos más destacados incluyen:
España no es una excepción en Europa. Países como Portugal, Bélgica y Francia tienen tasas de divorcio similares o incluso superiores. En el norte de Europa, donde la cohabitación sin matrimonio es más común, los divorcios son menos frecuentes en términos estadísticos porque hay menos matrimonios formales que disolver.
En América Latina, países como Chile, México o Argentina también han registrado un fuerte aumento de divorcios en los últimos años, con dinámicas muy parecidas a las españolas: mayor independencia económica femenina, reducción del estigma social y reformas legales que facilitan el proceso.
Todo apunta a que los divorcios seguirán aumentando en España en los próximos años, aunque no necesariamente como señal de crisis social. Más bien refleja un cambio cultural en el que la calidad de las relaciones personales prima sobre la duración. Asimismo, se espera que la custodia compartida se convierta en la opción mayoritaria, consolidando un modelo más equitativo y corresponsable de crianza.
El aumento de divorcios en España es un fenómeno complejo que debe entenderse en su contexto social, económico y cultural. Lejos de ser únicamente un indicador negativo, también refleja avances en igualdad de género, mayor libertad individual y una concepción más flexible de la familia. El reto está en garantizar que los procesos de ruptura se gestionen de forma justa, rápida y con el acompañamiento necesario para reducir al mínimo sus efectos negativos, especialmente en los hijos.
En definitiva, hablar de divorcios en España hoy es hablar de transformaciones sociales profundas, de nuevas formas de convivencia y de una sociedad que evoluciona hacia modelos más libres y diversos.