Existen diferentes formas de resolver legalmente una crisis de pareja: la separación y el divorcio. Estas dos figuras se suelen confundir, por lo que queremos explicar en qué se diferencian.
El divorcio pone fin a la unión entre dos personas casadas, por lo que produce la disolución del matrimonio y de su régimen económico; produciéndose entonces el reparto de los bienes. Una vez producido el divorcio, si ambos miembros se reconciliasen tendrían que volver a casarse para que te tuviera efectos legales.
Sin embargo con la separación no se disuelve el matrimonio ni se liquida su régimen económico. Tal como dice el Código Civil significa que ya no existirá la presunción de convivencia matrimonial, pero ambas personas permanecerán todavía casadas. Si la pareja se reconciliase en un momento posterior bastaría con comunicárselo al Juez y no tendrían que volver a casarse. Por esta razón se suele recomendar la separación legal como una posible forma de resolver las crisis matrimoniales, ya que puede servir como un periodo de reflexión para ambos cónyuges.
En cualquier caso hay que tener en cuenta que algunos efectos son comunes tanto a la separación como al divorcio: son los regulados en los artículo 90s y siguientes del Código Civil, como la custodia de los hijos, uso de la vivienda familiar, etc. Estas cuestiones constarán en un Convenio Regulador que será vinculante para los dos miembros. La redacción de este Convenio corresponde al abogado, por lo que es muy importante que tenga experiencia previa con el tema.
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